Muy a menudo notamos que nuestras uñas de los pies se ven afectadas por dolores o infecciones que pueden deberse a diversos factores como el uso de zapatos de tacón alto o especialmente estrechos o posiblemente a la formación de hongos como la onicomicosis. Los signos que pueden alarmarnos son un engrosamiento de la piel alrededor de las uñas, un color que puede parecer diferente o simplemente el hecho de sentir dolor cerca de las uñas. En todos estos casos puede ser útil contactar con el tratamiento y asesoramiento de un especialista: el podólogo.
Problemas de uñas en todas las estaciones.
No creas que las infecciones, los hematomas o los dolores en las uñas son un problema recurrente en una determinada época del año, ya que se pueden encontrar prácticamente a lo largo de los doce meses.
Durante el período invernal , el uso de zapatos cerrados y abrochados durante más de 8 horas al día puede generar condiciones favorables para el desarrollo de bacterias e infecciones: la humedad y el ambiente particular creado en el zapato cerrado pueden de hecho debilitar considerablemente la estructura de la uña.
Asimismo, en verano, el uso de sandalias y en general de zapatos abiertos puede provocar que el pie quede más expuesto a traumatismos y hematomas, que en los casos más graves también pueden provocar el desprendimiento de la uña. Además, frecuentar piscinas y caminar descalzo puede provocar verrugas plantares.
Cómo prevenir estos problemas
Para prevenir la formación de inflamación de uñas y pies y las manifestaciones de dolor relacionadas, es recomendable elegir los zapatos con especial cuidado. La elección óptima, independientemente de los factores estéticos, debe recaer en unos zapatos caracterizados por un ajuste cómodo y un abanico metatarsiano que asegure el correcto movimiento de los dedos dentro del zapato. Un calzado que no cumpla con estos requisitos podría favorecer la formación de callosidades e inflamación con el consecuente dolor. La correcta elección del calzado es aún más importante en sujetos de edad avanzada en virtud de las manifestaciones de artrosis y patologías vasculares.
La intervención del podólogo
La necesidad de acudir a una consulta médica especializada, que es la del podólogo , surge cuando hay una uña encarnada o hay callos plantares o en los dedos de los pies que provocan dolor. Además de esto, el podólogo, especialmente en personas mayores, se encarga de acortar las uñas para prevenir deformidades ungueales que puedan derivar de patologías o manifestaciones previas.
De esta breve exposición se desprende que el podólogo no realiza ninguna cirugía de carácter estético sino que se ocupa de las condiciones dolorosas o inflamatorias que afectan a uno o ambos pies, realizando una valoración de la situación y un tratamiento específico a nivel local. Al realizar la visita, el podólogo también debe informar al médico de cabecera de cualquier estado patológico que requiera una intervención terapéutica específica.
Como es la visita al podólogo
Como cualquier otra visita al especialista, el podólogo o en la primera fase de consulta también realiza una anamnesis del paciente, recogiendo una serie de información sobre el mismo y la presencia de otras patologías. Al finalizar esta primera fase, se coloca a la persona en la cama y se realiza un cuidadoso análisis del pie, centrándose también en la forma del mismo.
Después de esta primera evaluación, el podólogo invita al paciente a caminar y luego realiza una nueva prueba en la plataforma baropodométrica para evaluar las cargas con la fuerza de la gravedad.
Si es necesario, realiza una primera sesión terapéutica en las uñas utilizando herramientas específicas como limas y cortaúñas que te permitan fresar tus uñas de la mejor forma posible, previniendo las patologías antes mencionadas.
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